11 Marzo 2006

MusicVR Interview

(Enviado por Mike-Bell)

Mike Oldfield cambió la música pop con Tubular Bells; ahora espera hacerlo otra vez gracias a su ordenador.

Tienes que sentir simpatía por Mike Oldfield. Oh, bueno, tú no. Pero ayuda a pasar el tiempo más fácilmente cuando estás sentado en su enorme mansión de Buckinghamshire (es sólo la "oficina", dice él; el tiene una "casa" mansión a orillas del Támesis en Marlow), bebiendo su té y jugando a su nuevo juego de ordenador rodeado por bancos de altavoces, pantallas gigantes, ordenadores, sintetizadores, guitarras y mesas de mezclas que probablemente sumen más que el producto nacional bruto de Bélgica.

¿Qué hace un hombre con el resto de su vida cuando a la edad de 19 años ha conseguido el aplauso de la crítica, fama mundial y una gran fortuna? (Tiene 25 millones de libras esterlinas y sigue contando, dice la gente a la que se le paga por saber estas cosas).

¿Cómo conseguiste encumbrar un exitazo fuera de lo normal con Tubular Bells, el épico álbum instrumenal de 1973 que inauguró el toque New Age en la música pop y ha vendido más de 16 millones de copias?

La respuesta es que no puedes hacerlo. "Sé que nunca haré algo mejor," admite Oldfield. "Y no me preocupa que siempre sea conocido por Tubular Bells. Es un clásico. Algunas de sus armonías todavía me emocionan. Estoy sorprendido de haberlas escrito a esa edad. No compondría algo tan complejo ahora. Prefiero pureza, simplicidad.

Las palabras "pureza" y "simplicidad" no surgen en la mente cuando uno revisa la tórrida vida de Oldfield en estos 28 años desde Tubular Bells. Vale, ha continuado produciendo elegantes trabajos -20 de ellos ahora- para deleite de sus leales (si no un poco 'arrugados') fans y general desdén de la prensa musical.

"En algún lugar de aquí," dice con sus agitadas manos gesticulando nerviosamente en dirección a su cerebro, "hay un interminable manantial de energía creativa." Pero también ha habido hedonistas borracheras y "resacas de tres meses" en Ibiza, largos periodos de más o menos drogodependencia, una interminable cadena de amores de una noche, un mes y todas las posibles duraciones entre medias y 5 niños de 2 esposas. Además de todos esos terapeutas y variadas movidas con las que Oldfield, un poco conmovedoramente, confiaba exorcizar los demonios de una infancia llena de cicatrices por una madre alcohólica y maniaco depresiva. Además de esas bien publicitadas excursiones a las columnas de contactos de los periódicos británicos y suecos en busca de amantes.

"Puesto que era tan joven cuando todo ese éxito me alcanzó y estaba tan obsesionado con la música, no tuve realmente una adolescencia," dice él. "Así que tuve un poco de crisis en mi madurez y estalló todo en Ibiza. Lo saqué de mi sistema. Al menos, creo que lo hice."

Bueno, quizás Oldfield ha encontrado al fin una especie de paz interior. Él cree que ha inventado una forma de arte de alta tecnología que es tan calmante, tan agradable, tan beneficiosa para el buen estado psicológico de la humanidad que podría tener el mismo impacto que Tubular Bells ha tenido todos estos años. Oldfield lo llama Music Virtual Reality -Music VR- para abreviar. Y he sido llamado a esta esquina opulenta de Buckinghamshire para ser iniciado en sus encantos virtuales. En realidad es un modo agradable de pasar unas horas. Como con un juego normal y corriente de ordenador, tú exploras un paisaje. Pero éste no tiene bichos o monstruos acechando para freirte si no los eliminas tú primero.

"Odio los juegos violentos," dice Oldfield. "Quería que este tuviera algo de elegante, algo de respeto por la belleza de la vida, en vez de ser una misión para matar todo cuanto aparezca a la vista. Quería crear un entorno virtual que fuera relajante, preservador de la vida. No es tóxico, no te dañará la mente. Es un sitio relajante adonde puedes escapar. Un sitio que te hace sentir bien, porque ya hay suficientes cosas en el mundo que te hacen sentir terrible."

Vaya, un discurso como ese te hace volver al verano del 69. Pero no hace tanto, observo, Oldfield pudo haber obtenido todas estas cosas metiéndose varias sustancias químicas en su torrente sanguíneo.

"Sí," replica él, con el gesto remilgado y el repentino entusiasmo de un pecador reformado, "pero las drogas tienen efectos secundarios. Hacen que todo sea peor al final. Mientras que con Music VR quiero que éste reduzca tu nivel de stress y puede que, también, se lleve tu agresividad y frustración."

Ciertamente hace eso. Flotas suavemente por su mágico paisaje virtual cliqueando en unas preciosas mariposas o en gusanos de psicodélicos fuegos artificiales o galopando en blancos caballos de los que brotan alas y te llevan volando a través de cavernas inmensurables para el hombre. Un platillo volante te transporta al espacio profundo; o puedes visitar un desierto surrealista donde juegas a una especie de cricquet, pero utilizando pianos en vez de pelotas y mazos. Hay templos en ruinas que explorar, expediciones submarinas para ver un exótico pez y viajes a unas enigmáticas estatuas Modiglianescas. A lo largo del camino vas recogiendo anillos dorados, y según los vas recogiendo, descubres que estás ayudando gradual y misteriosamente a fertilizar un desierto. Guay, como solemos decir. Y también algo revelante del estado mental del Oldfield posterior a su crisis de madurez. Por ejemplo, ¿qué podría hacer un psiquiatra de una grande y sensual rubia a quien encuentras relativamente pronto? Ella susurra: "Eres el más perfecto ser que ha existido jamás. No hay nadie como tú en este universo. Eres único, mágico e irremplazable." ¿O el extraño final del juego, cuando pasas como un rayo por un tunelnegro hacia un rayo de luz? "

Como una de esas experiencias de casi muerte," explica Oldfield. Efectivamente. Al igual que Richard Wagner reinventó todos sus complejos como mito épico para la ópera del siglo 19, así Oldfield parece haber recurrido a su propia compleja historia psicológica (una vez realizó terapia de "renacimiento") para crear un juego de ordenador del siglo 21. Y así como Wagner transformó la música clásica en ese proceso, Oldfield puede, posiblemente, ser un pionero en un camino en el que la industria de la música pop parece atascada en la rutina. Puesto que es el ingenioso uso de la música lo que diferencia Music VR de los juegos normales de ordenador. Según te vas acercando a los diferentes objetos del paisaje virtual de Oldfield, se reproducen diferentes elementos musicales o estilos: un solo de guitarra, un estallido de tintineantes acordes de sintetizador, machacantes percusiones africanas, o rápidos arpegios de piano.

Variando tu camino por el paisaje puedes superponer el sonido de diferentes maneras, creando tu propia "mezcla" original de Oldfield. Es este matrimonio interactivo de video y música, así me lo parece, lo que representa la auténtica innovación. Oldfield dice que ha estado tratando de desarrollar el concepto desde principios de los 80, pero no ha sido hasta tiempos recientes que la tecnología informática no lo ha hecho factible. Él trabaja con un diseñador gráfico y un programador, pero esencialmente todas las imágenes -sónicas y visuales- son suyas. Así que ahora todo lo que tiene que hacer es vender el concepto a alguna corporación de ocio. Pero eso es demostrar vejación hacia el maestro tubular.

Ninguna discográfica está interesada, porque no es un álbum convencional (aunque se pueda editar un CD de la música). Pero como tampoco es un típico juego de ordenador,o al menos, no es un juego que permita a los chicos disparar a la gente o hacer estallar cosas, las compañías de juegos tampoco cogen el concepto. Ahora, Oldfield está poniendo una demo en Internet y espera que esto seduzca a los jugadores para bajarse el juego entero, lo que llevará unos 40 minutos para cada uno de los 4 episodios. Pero también ha fichado al veterano DJ de radio, Nicky Horne, para fomentar el interés en el mundo de las corporaciones. "Tratar de explicar esto a las compañías es exactamente como tratar de vender Tubular Bells a las discográficas en 1972, " dice Oldfield. "Estuve tan deprimido entoncesque realmente pensé en emigrar a la Unión Soviética, donde oí que los músicos eran apoyados por el estado. En aquellos dias todo lo que conseguía de las discográficas era: "Pero si no tiene percusiones ni letras; nadie lo comprará." Ahora, todo lo que consigo de las compañías de juegos es: "¡Pero si no matas a nadie!".

De vuelta en 1972, la originalidad de Tubular Bells fue finalmente reconocida por un dinámico y joven empresario llamado Richard Branson, y el impresionante éxito del álbum alimentó el crecimiento de Virgin. Más tarde, Oldfield se volvió muy ácido por ser "usado" por Branson. Hoy él reconoce con arrepentimiento el punto de vista de Branson. "Este nuevo proyecto se podría llevar a cabo con alguien con el estilo de Branson" dice él "Alguien que tire con ello y se arriesgue con algo completamente diferente. De otra manera, ¿qué hará el negocio de la música? ¿Reciclar y reciclar viejas melodías de los sesenta y setenta para siempre?" Tiene razón. Y sus mariposas mágicas y caballos alados son muy bonitos, muy relajantes, justo como él dice. Pero el que los chicos de hoy quieran perderse por una especie de batido hippy virtual es otra cosa.

Detalles sobre Music VR se pueden encontrar en http://www.mike-oldfield.com


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Traducción al Español por Mike-Bell. Artwork by Krenes

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