ERA EXPLORADOR DE CAMINOS. Buscaba sonidos. Encontraba sonidos cubiertos de leyenda y fantasía. Tenía 16 años, Bieito Romero, de Ourense, estudiante en A Coruña; y se hizo buscador autodidacta, y entonces heredó aventuras celtas en las montañas gallegas. Hoy, el fol de su gaita es como un saco inmenso, henchido de la tradición que moría. En las aldeas de Ourense la gente le habla de ritos artúricos, del mago Merlín.

Sucedió que el buscador juntó a otros cinco músicos y con ellos formó Luar Na Lubre, año 1986. Eran tiempos de muda: "Mudar, mudó la mentalidad, que no la música". El folclor rancio sacudió el polvo de años y políticas adversas y hoy el sonido de la gaita es distintivo universal. Tuvo que llegar Mike Oldfield, tuvo que tomar sonidos y líricas prestadas de Luar, para que se produjese el gran salto: disco de oro (Plenilunio, 1998) y contrato con una multinacional (Warner), o al revés. Nunca tal se había visto. El mercado asumiendo la rebeldía: "Hay un retorno a las raíces que es una reacción en contra de lo que el comercio impone: pop".

En el nuevo trabajo del grupo, O cabo do mundo, un texto de Castelao habla de quien mira a la tierra en actitud de pregunta ("la patria es un sentimiento natural, inspirado en realidades sensibles a los cinco sentidos. La patria es la Tierra"). "Un texto que sirve en Galicia y en el Congo. Si perdemos de vista la tierra, perdemos nuestra cultura y nuestra forma de ver la vida. Quien pierde su raíz", dice Bieito, "pierde su identidad. Antes de ser aldea global, habremos de ser aldea. Sólo respetando las identidades conseguiremos una aldea rica; lo contrario es Yugoslavia".

Han hecho un disco dedicado al mar donde todo se funde, y al pintor del mar en el fin del mundo noroeste, Urbano Lugrís. "El Finisterre que para Europa era el fin del mundo, para nosotros es el principio". El mar y la aventura: legado celta. "Un pueblo sin nación que sólo supo andar buscando". Como Bieito, buscando cosas y resplandores de luna.

HECHIZADO. Al poco de llegar Rosa Cedrón al grupo, el músico británico Mike Oldfield paseó por la ciudad de Hércules en busca de sonidos vírgenes: quiso escuchar folk gallego y le organizaron un festival. Sin duda, quedó prendado del grupo e improvisó con ellos una "jam-session" en un local nocturno junto al mar bravo, el Playa Club. Salió de allí, pasada la madrugada, una amistad "epistolar" (o será bíblica) que este verano culmina en una gira conjunta. En julio estarán en San Sebastián (día 1), Valencia (2), Murcia (3), Málaga (4), Barcelona (6), Palma de Mallorca (7), Madrid (8) y Salamanca (10).

Por Elena Pita. Fotografía de Bie Peeters