POR EMILI J. BLASCO CORRESPONSAL. LONDRES
Lo mismo acude a salvar el banco hipotecario Northern Rock que sale en ayuda económica de los McCann, cuestionados por la desaparición de su hija Madeleine. Es el superhéroe británico, como él mismo gusta verse, y el emprendedor más polifacético del mundo. Mientras está a punto de agregar a sus títulos el de banquero con su Virgin Money, Richard Branson supervisa estos días otro negocio bien diferente de su amplísimo portfolio de más de doscientas compañías, el relanzamiento de las tiras de Dan Dare, el héroe de ciencia ficción más clásico de los cómics británicos, cuyos derechos ha adquirido para Virgin Comic.
El comienzo de todo
En Dan Dare, «El piloto del futuro», está precisamente el comienzo de todo. Empezadas a publicar en la revista «Eagle» en los años 50, las aventuras galácticas de este personaje -el Supermán o el Capitán América de los británicos- cautivaron la imaginación del pequeño Richard. «Dan Dare es un personaje independiente y heróico, sensato y con arrojo al mismo tiempo. Fui un ávido lector de sus épicos viajes», ha reconocido Branson, influido en su carrera por aquellas aspiraciones de niño.
Allí estaban en embrión sus intentos de batir récords mundiales a través de los océanos en botes y globos, unas veces logrados y otras necesitado de ser socorrido, pero siempre logrando una publicidad añadida por esas hazañas; su pasión por la máquina y la velocidad que luego dio lugar a Virgin Atlantic y Virgin Trains, o la visionaria pretensión de Virgin Galactic de organizar vuelos comerciales de tres horas al espacio a partir de 2009. Ya se han vendido doscientos pasajes, a 150.000 euros cada uno, para esos viajes a 100 kilómetros de la Tierra y unos pocos minutos de ingravidez, con ansiosos pasajeros como el físico Steven Hawking y el dueño de la la administración de lotería catalana Bruixa d´Or, otro peculiar empresario.
No siempre triunfó
A propósito de las loterías, vaya por delante que Branson no siempre ha triunfado en sus proyectos. No logró hacerse con la concesión de la Lotería Nacional británica, y productos como Virgin Cola, Virgin Vodka, Virgin Wine o Virgin Jeans resultaron un fracaso. Tampoco sirvió que se afeitara la barba y se vistiese de novia para promocionar Virgin Brides. Pero en todos esos lanzamientos está parte del secreto de Branson: el efecto publicitario de sus continuas iniciativas. Los escépticos vieron al principio la oferta por el Northern Rock como una campaña más de relaciones públicas y el oportunismo de beneficiarse del dinero público en juego. Lo cierto es que la marca Virgin tiene valor en el mercado y permite a Branson aglutinar capital a su alrededor. Ahí radica otro elemento esencial de su táctica: entra en negocios en los que normalmente nunca tiene la mayoría y se hace con el control de las decisiones a cambio de conceder la etiqueta Virgin; si no funciona, tampoco tiene mucho que perder.
Más de 50.000 empleados
Pero sin ser un rey Midas, es difícil encontrar un nicho de negocio en el que no esté el empresario inglés, con un conglomerado que aglutina 50.000 empleados en 29 países y unos ingresos antes de impuestos en 2006 de casi 20.000 millones de dólares (unos 15.000 millones de euros). Virgin Cars, Virgin Student, Virgin Energy, Virgin Travelstore y Virgin Active son algunas de sus apuestas más recientes. En febrero lanzó Virgin Health Bank, un banco de cordones umbilicales privado que también ofrece la posibilidad de que parte del material guardado sea utilizado en beneficio público. Entre tantas facetas, está igualmente forjeceando con el magnate Rupert Murdoch para convertirse también en señor de los medios -Virgin Media, que nació hace dos años tras un acuerdo con la compañía de cable NTL, ofrece telefonía móvil y fija, televisión por cable y banda ancha-, y ahora aspira a ocupar un asiento en la gran banca.
¿Salto a la política?
¿Dará también el paso a la política? Las encuestas le dan la posibilidad de convertirse en alcalde de Londres, pero Branson asegura no tener el menor interés en ese campo. Bien relacionado con los laboristas, a cuya propuesta recibió de la Reina el título de «sir» en 1999, también se llevó bien con los Gobiernos conservadores anteriores. Hace un par de años declaró que las diferencias entre los dos principales partidos son «insignificantes» en materia económica.
Multimillonario
Branson nació el 18 de julio de 1950 en un pequeño pueblo llamado Shamley Green, en el condado de Surrey, Inglaterra. Es hijo de un abogado y de una sobrecargo de vuelo y tiene una hermana, Vanessa. Tiene 57 años, está casado y tiene dos hijos veinteañeros. Cuenta con una fortuna de 4.600 millones de euros, según ha cifrado la prensa británica. Es propietario de la isla Necker, de una extensión de 30 hectáreas, en el archipiélago de las Islas Vírgenes (¿dónde si no iba a ser?), y forma parte de la lista de las cien más personas más poderosas del mundo que elabora la prestigiosa revista «Time».
Nadie habría dicho que llegaría tan lejos cuando se encontraba en la escuela. Su dislexia se tradujo en pobres resultados académicos. Pero su espíritu aventurero y olfato económico le llevaron a comenzar su singladura por los negocios a los 16 años. Todavía en la enseñanza secundaria, en 1966 Richard Branson se convirtió en editor de la revista «Student». A los 20 años ya fue objeto de un documental de televisión por una precocidad empresarial que le había llevado a fundar Virgin, una compañía de envío de discos por correo.
Ya había comenzado a vender discos a las tiendas llevando la mercancía en el maletero del coche, y pronto pudo abrir una tienda propia en Oxford Street, la calle comercial por excelencia de Londres.
En esos momentos se produjo un pequeño traspiés que pudo haber cercenado su futuro. En 1971 fue detenido y acusado de vender en sus tiendas Virgin grabaciones que habían sido declaradas para la exportación. Finalmente, Branson llegó a un acuerdo con Aduanas para pagar sus deudas. Para ello su madre tuvo que volver a hipotecar la casa familiar.
En 1972 Virgin se convirtió en sello discográfico, y llegó el giro de fortuna decisivo con el lanzamiento al año siguiente de «Tubular Bells», de Mike Oldfield, del que se llegaron a vender cinco millones de copias. Aunque el estudio de grabación estaba instalado en el granero de una casa de campo, la excelente acogida del disco de Oldfield atrajo a otros grupos. En este primer paso de éxito fueron decisivas las arriesgadas apuestas de Branson, quien no dudó en dar su apoyo a grupos punk como Sex Pistols, lo que se convirtió en un nuevo golpe de suerte. Nombres como los de Genesis, Peter Gabriel, Simple Minds y The Rolling Stones hicieron a Virgin un sitio en el competitivo mercado musical.
Constante expansión
Desde entonces, Virgin ha vivido una constante expansión. A mediados de los años ochenta, el empresario sacó Virgin a Bolsa, pero la escasa acogida que entonces tuvo su arriesgado perfil, hizo que Branson comprara de nuevo las acciones, aunque para ello tuvo que vender su sello discográfico a EMI. Tan variado imperio ha levantado en ocasiones sospechas de que pudiera estar levantado sobre arena.
Pero el periodismo de investigación de los medios británicos nunca ha hallado nada oscuro. Aunque algunas de las actividades son en ocasiones testimoniales y difícilmente generan notables beneficios, los vuelos transoceánicos de Virgin Atlantic o la explotación de líneas de largo recorrido ferroviario de Virgin Trains en el Reino Unido -un servicio cubierto con unidades del tren rápido Pendolino- afectan a miles de usuarios y garantizan un importante volumen de negocio.
Igual ocurre con Virgin Media y pasará con Virgin Money, denominación que adquirirá el Northern Rock si finalmente es aprobada la operación.
Inyección en Northern
Los futuros propietarios prevén inyectar en el banco 1.300 millones de libras en efectivo (unos 1.940 millones de euros). La mitad de esa cifra será una aportación directa del consorcio constituido Virgin -unos 200 millones de libras procederán del propio bolsillo de Branson-; el resto se espera reunir con la compra de nuevas acciones por parte de los actuales accionistas, que al final del proceso tendrán el 45% del capital, frente al 55% del consorcio formado por Virgin. Ésta incluye también a la compañía de seguros AIG, el «hedge fund» Toscafund, el grupo de inversión con sede en Hong-Kong FEIG y el inversor estadounidense Wilbur Ross. Las dificultades para reflotar la entidad pueden ser más serias de lo previsto, pues ahora se ha sabido que el dinero prestado por el Banco de Inglaterra para superar la situación generada por la crisis de las «subprime» no ha sido 25.000 millones de libras, sino 30.000 (45.000 millones de euros).
Esta incursión en un sector tan propio del «establishment» como el de las finanzas no le quitará a Branson su imagen de revolucionario. Su próxima aventura se llama Virgin Fuels, que pretende vender combustible poco contaminante y a precio económico para automóviles -más adelante para aviones-, en una contribución a la lucha contra el calentamiento global. Al principio escéptico sobre las alarmas del cambio climático, modificó su opinión al respecto tras un almuerzo mantenido con el ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore.
Tras este encuentro se ha vuelto un filántropo al ofrecer 25 millones de dólares a quien sea capaz de retirar mil millones de toneladas de dióxido de carbono de la atmósfera terrestre y ha donado 3.000 millones de dólares para investigar en energías renovables.
Marca más admirada
Todo ello otorga a Virgin el privilegio de ser la marca comercial más admirada por los británicos. Una encuesta realizada a comienzos de año indicó que el 23% de los encuentados señalaban el consorcio de Branson como la marca de mayor admiración, por delante de Sony y de Tesco. ¿Qué son 1,5 millones de euros de regalo a Gerry y Kate McCann, para que puedan pagar a sus abogados, más que la inversión más rentable en la imagen de la propia marca?
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