Con 20 años hizo historia con el sereno clasicismo de «Tubular Bells» (1973) y el resto lo hizo la película de «El exorcista». Mike Oldfield (Reading, 1953) disfrutó de una enorme popularidad (y un buen número de detractores, sin duda) con un estilo de rock instrumental inconfundible. Su tercer disco fue «Ommadawn» bajo dos influencias, la africana y la irlandesa, aparentemente incompaginables, y toda la aparatosidad de sus trabajos la arrasó la llegada del punk rock. Desde entonces, ha publicado 26 trabajos de estudio difíciles de distinguir entre sí –y varias secuelas de «Tubular Bells»–, y acaba de publicar un regreso a su tercer álbum con «Return to Ommadawn». La pregunta es por qué: «Pues porque, aunque te parezca raro creerlo, después de 42 años, a la gente todavía le gusta este estilo de música», dice al teléfono desde Nassau, Bahamas, donde vive. Su regreso discográfico fue, tiene razón Oldfield, número uno en la lista de ventas en España durante la semana del lanzamiento.
«Como dices, mi música quedó anticuada más bien en los noventa, cuando llegaron todos esos tipos locos y flacos gritando mucho y publicando basura. Quedé desfasado, fuera del mercado. Fueron momentos muy difíciles para mí en los que me tuve que hacer más comercial, porque mi estilo no era popular. Para sobrevivir, me tuve que adaptar a un sonido más moderno, a una especie de forma de hacer música más digerible. Y para mi, hacer música instrumental en acústico, solo con algún detalle electrónico, es lo natural», señala el británico, que todavía posee una casa en Mallorca de la que se quiere deshacer. «Vivo en Nassau desde hace seis años, por los colores, la luz del sol. Se parece a las Baleares, de no ser por algún huracán ocasional, claro». No tiene intenciones de abandonar la isla ni siquiera para dar algún concierto. Se siente un Robinson Crusoe. «Uno con internet, por supuesto», tercia.
- Sin concepto
La idea de regresar a su tercer álbum fue de sus seguidores, que votaron en las redes sociales del músico cuál debía ser su siguiente trabajo. Como en aquel álbum, Oldfield ha grabado todos los instrumentos en su estudio, más de 20, solo. «Me gusta hacerlo a la antigua, a mano. Cuando llegaron los ordenadores todo se volvió extraño. Incluso trabajo con metrónomo», confiesa. ¿Y no le vendría bien alguna ayuda u otra opinión? «¿Para qué? ¿Por qué haría eso? Es algo extraño, la música viene de algún lugar que no sé cuál es, realmente como un agujero negro en la conciencia. Imagino que tiene que ver con la singularidad de cada ser humano, y aquí entra en juego la mía. Aunque esto suene a una teoría de Stephen Hawking». En nuevo álbum tiene dos pistas, pero no un concepto. «No lo hay. Es sólo música. Y en la portada sale una escena medieval en invierno porque en esa época estaba viendo ‘‘Juego de tronos’’...». Oldfield se incomoda si insistimos sobre qué trataba de expresar con el disco. «A mí mismo, mi espiritualidad... ¿Lo has escuchado? ¿Por qué me preguntas eso? Es únicamente música, ¿por qué...?».
–Pienso que las intenciones cuentan.
–Cuando me siento a hacer música, no tengo ninguna intención. No entiendo por qué me comentas eso.
–Para saber qué quiere decir con sus discos.
–Cuando yo hago música, me apago a mí mismo, pulso el interruptor y me desconecto. Y tato de ser uno con la música, sea eso lo que signifique.
–¿Qué cree que le gusta a la gente de ella?
–Que es humana. Es personal. Mira los éxitos de ahora, no sé, por ejemplo, Beyoncé. Hay un centenar de personas trabajando esas canciones. Tiene 16 ingenieros y 12 escritores, 15 productores y 20 programadores. Es una producción, no el resultado de un artista. Y esto sí que es un hombre solo. Ahí está la diferencia.
«No voy a salir de aquí»
Será el sol o serán los impuestos. O ambas cosas. Pero Mike Oldfield no tiene intención de dejar Nassau (Bahamas) por nada del mundo: «Ya he viajado suficiente, y aquí tengo unas vistas increíbles. Me encanta España y haber sido número uno en vuestro país. Pero eso de ir de gira y dar conciertos durante meses, para mí, ya se acabó», dice el músico. «Sólo me veo regresando a casa, a Inglaterra, en una especie de sueño, dentro de mi música. De la misma manera que en la portada del disco, en la que aparece un caballero medieval», reflexiona Oldfield. «Por otra parte, ¿para qué? Estoy conectado con el mundo a través de internet y los periódicos. No necesito nada más que las vistas de mi ventana».
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Traducción al Español por Mike-Bell. Artwork by Krenes
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